Es de agradecer que haya personas más "pequeñas" dando lecciones de cariño a todo el resto de la familia. Es increíble las ganas que podemos poner en hacer felices a los que más queremos. Todo un ejercicio de madurez movilizar a unos padres, hermanos, amigos y demás familiares para sorprender con exquisita sensibilidad a un hermano y felicitarle su cumpleaños. El corazón esconde sus mejores bazas para situaciones similares, la sorpresa forma parte del latido acelerado. La ilusión arranca el motor de las vivencias verdaderas. Un sinfín de risas, de comentarios, de desvaríos y anécdotas. Todo se hace más cercano y agranda la amistad siendo de por sí sincera. Qué paradoja que mientras siga habiendo gente que busca enredos entre parejas. Qué metan por medio a amistades y pidan a gritos guerra. Qué diferencia, unos brindando por la vida, los amigos, la familia y todas sus excelencias y otros, preocupados en su ombligo, en sus complejos, en el silencio que guarda inmadurez y en yo que sé de problemas.
Qué alegría siente uno al reconocerse claro, sin tapujos ni mentiras y dormir acurrucado todas las noches feliz de la vida con su conciencia tranquila.
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