Érase una vez un mundo que cabía en un sombrero. El mundo no era muy grande, era un mundo bien pequeño. Las fronteras no existían, no existían las banderas, todo era para todos, eran pocos y contentos. Un buen día dijo el Sol: "quiero dar luz todo el tiempo" Eso no es bueno ni es justo, reclamaron las estrellas, tú ya tienes buen horario, deja tranquilo ya el nuestro. La luna no dijo nada pero escuchaba a lo lejos. "Venga, venga camaradas, no discutan por el tiempo" se oyó mediar a las nubes repartidas por el cielo. Hay que negociar las partes, hay que llegar a un acuerdo. Mientras el sol repetía que quería dar ejemplo e irradiar todo de luz como rey del universo, las estrellas reclamaban que el Sol no era más que ellas, otra Estrella más del cielo.
En esta discusión eterna nada llegaba a buen puerto. Entre tanto vino callado el decidido Don Viento. Viejo y cascarrabias como siempre, arrugó su frente y con ímpetu y silencio, arrastró lejos al mundo como si fuese un sombrero.
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