jueves, 20 de noviembre de 2008

LA METÁFORA PERFECTA

Qué hacer cuándo queman las palabras, cuando no hay forma natural de controlar el juego caprichoso de su magia. Qué esperar si no hay espera, si el tímido acercamiento se aprisiona en sí mismo enredado cual madeja. No se pueden buscar otras palabras si las que duermen en los labios se atrincheran, se amotinan empecinadas en escapar de la lengua. Tampoco vale la balanza cuando las trampas de los mortales sacuden con fuerza. Y todo sin saber lo profundo o no de la raíz de otra tierra. El tiempo no todo lo arregla. El tiempo sólo es... la metáfora perfecta.

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