MENSAJE CIFRADO

Tanto como un amanecer en la azotea, un verano cualquiera, siendo un crío que alucina entre conversaciones de adultos. Especulando con los sueños que aún me quedaban por cumplir antes de conocer que la felicidad estaba al alcance de cualquiera que se empeñase en amar la vida.
Qué verdades tan preciadas y preciosas se abrieron paso en mi caminar. Cuántas oportunidades que Dios me regaló para valorar mi propia existencia.
Golpeando los acontecimientos se fueron desmenuzando las corazas. Se abrió paso el hombre, se quedaba atrás el niño. La pesada sensatez que a veces nos impide rebelarnos contra un muro de cotidianidad, contra una losa imaginaria de mediocridad, se fue resquebrajando con el martillo y el cincel de la utopía, con el exquisito ruido atronador de la alegría descamisada, con la ayuda de amistades eternas. Se rescataron los sentidos, abriendo los ojos, saboreando cada rincón de lo vivido, perdiendo el miedo a palpar mis propios sentimientos, a hacerlos más míos, no haciendo oídos sordos a otros latidos.
Obstáculos nunca sobraron pero permitieron madurar lo ya vivido. Es el precio a pagar de tus vivencias. Y seguí adelante abriendo puentes aunque sintiese que se bifurcaban los caminos.La luna plateada siguió perfumando madrugadas entregada a los versos del olvido.
Lentamente fui reciclando calendarios, entre traviesas tretas del destino. Madejando sueños, encajando prisas al abrigo del recuerdo de lo que pude haber sido.
Desnudando al corazón, en plena mudanza, el Amor se hizo un hueco, en la embriaguez más abultada, en pleno resbalón de desvergüenza, se precipitó y fue creciendo. Las mañanas sonreían en los detalles sobre un cielo azul persecto. Y así siguen en el día a día, bajo un sol de oro que enciende mis ganas de vivir enamorado de la Vida.